Concepto de seguridad, emergencia y supervivencia. Caso práctico. Por Jaime Barrallo Blasco.

Concepto de seguridad, emergencia y supervivencia. Caso práctico. Por Jaime Barrallo Blasco.

Nota. Extracto del «curso internacional de supervivencia online de IASA». Basado en el libro de Jaime Barrallo, «tened cuidado ahi fuera».

Veamos un ejemplo aclaratorio sobre seguridad emergencia y supervivencia.

Una persona se prepara para descender un río en solitario.

Veamos los tres supuestos.

Seguridad.

Nuestro ejemplo tiene suficiente experiencia, conoce las técnicas de paleo en aguas bravas, las maniobras de esquimotaje (volver a colocar un kayak que ha volcado en el agua en la posición correcta para poder seguir descendiendo, sin bajarse del mismo utilizando un golpe de pala y un enérgico movimiento con el cuerpo) y cómo rescatar su canoa aprisionada contra una roca (corbata). Por supuesto, lleva chaleco y casco, y también un traje de neopreno y botas del mismo material, con un grosor lo bastante fino para poder palear y lo bastante grueso para protegerla del frío. Lleva equipo de supervivencia y comunicaciones tanto en su chaleco como en el kayak. Conoce el río y las dificultades técnicas de cada tramo, tiene cartografía y GPS para ubicarse en cada momento. Ha previsto un plan de emergencia para un caso de accidente.

Por tanto, la actividad se realiza sin problemas y en el tiempo previsto, solo con los medios de la persona que la realiza y sin necesidad de auto rescate ni ayuda externa

Así debería ser siempre, pero…

Emergencia.

Supuesto 1. Auto rescate.

En uno de los tramos, debido a las últimas lluvias, el fuerte caudal provoca un vuelco del kayak. La piragüista intenta esquimotear, pero la pala se engancha en una roca. Para no forzar el tiempo bajo el agua decide liberarse y salir del kayak, al no poder soltar la pala y para no perderla, el kayak se fuga aguas abajo sin que pueda agarrarse al mismo y se queda encajado en unas rocas.

Se coloca en posición de seguridad, flotando de espaldas con los pies hacia la corriente y con ayuda de la pala y los brazos, se dirige hacia la orilla en diagonal. Se da cuenta de que tiene una pequeña herida en una mano. Saca un botiquín mínimo, que lleva en una bolsa estanca en miniatura, de un bolsillo del chaleco, se cura el corte y lamenta no haber llevado guantes.

Una vez repuesta anda aguas abajo hasta su kayak, pues el río no cubre, y estudia la forma más fácil de nadar hasta él una vez visto. Se deja llevar por la corriente y se encarama a la roca donde está el kayak aprisionado, engancha la cuerda de rescate con un mosquetón a la anilla de cuerda fija en la proa del kayak y nada en diagonal aguas abajo hasta la orilla. Desde allí y tirando lateralmente, desbloquea el kayak y lo lleva a la orilla, donde comprueba que todo el equipo guardado dentro en bolsas estancas está bien.

A continuación, busca un termo con bebida caliente dentro de la embarcación y bebe para recupera un poco el calor corporal, hace un poco de ejercicio y, gracias al neopreno y al líquido caliente deja de tiritar. La hipotermia está resuelta. Continúa paleando para finalizar el descenso.

Supuesto 2. Petición de ayuda.

Tras el vuelco, la mala fortuna hace que la pala se bloquee en una fisura y tenga que soltarla, el kayak se aleja aguas abajo. Y ella se golpea varias veces, al pasar por un rápido con rocas aflorando.

Nota un fuerte dolor en el codo derecho y en el tobillo contrario. Apenas alcanza una orilla con algo de playa por fortuna, nadando de espaldas a favor de corriente, como puede sale del agua, comprueba que el neopreno está rajado y le sangra el codo. El tobillo tiene una extraña alineación con el pie, por lo que cree que hay una fractura, por suerte, quedan muchas horas hasta la puesta del sol.

El neopreno esta rajado en la parte de la herida, con algunos elementos que lleva en su chaleco salvavidas con bolsillos, como un apósito hemostático y venda realiza un vendaje compresivo para parar la pequeña hemorragia, el neopreno y alzar el brazo también la ayudan.

Se sienta y decide no mover el pie ni intentar reducir la fractura sola.

Saca el móvil del bolsillo del chaleco, la bolsa estanca no está rota y aunque no hay cobertura de su compañía, el teléfono acepta una llamada al teléfono de emergencias de su país, no es necesario ni que lo ponga en 2G -3G para tener más alcance de señal. Se pone en contacto con los servicios de emergencia, conoce el río y sabe que hay una carretera cerca de donde está, de modo que calcula su posición a ojo con respecto a la misma. Aunque no puede usar el GPS, que está en el kayak, sabe indicar dónde se encuentra más o menos, no tiene posibilidad de datos para mandar una localización, pero el servicio de emergencias puede geolocalizar la llamada. En menos de una hora oye el motor de la ambulancia a lo lejos, comienza a pitar con el silbato de su chaleco y pronto es atendida y evacuada.

Supuesto 3. Supervivencia, aunque de corta duración. No puede pedir ayuda.

Sobre el supuesto anterior, hay una variable que complica la situación. El móvil esta «ahogado», la bolsa estanca donde va se ha llenado de agua. Pero en su plan de emergencia incluyó llamar a un amigo justo cuando acabe el descenso de esa etapa para que venga a buscarla, aunque no será hasta el día siguiente. Si no se produce esa llamada su amigo alertará a los servicios de rescate, que así al menos sabrán en qué zona buscar.

Ahora se enfrenta a una situación de supervivencia no deseada. Como vimos en el supuesto anterior, lo primero que hará es aplicarse primeros auxilios en las lesiones. Primero atenderá la hemorragia de la herida del codo, pero esta vez, previniendo que tendrá que moverse, decide entablillarse la pierna usando palos y elementos del botiquín del bolsillo del chaleco, hierba como almohadillado y el cinturón donde lleva la cuerda de rescate, como fijación de todo el conjunto.

Aunque eso puede esperar, hace un balance de lo que tiene encima para enfrentarse a la situación: está aislada en un lugar salvaje, da igual que haya un pueblo a 20 kilómetros, ella no puede moverse y la ayuda, con suerte, tardará dos o tres días. Es final del verano y la ribera de un río no es un lugar extremo, aunque tampoco el salón de su casa.

En su kayak había equipo como para vivir «cómodamente» durante dos días, pero en su circunstancia eso está tan lejos para ella como la luna que saldrá esa noche. Su prevención ha hecho que en los bolsillos de su chaleco salvavidas y en el cinturón tenga un equipo de emergencia que ha extremado en previsión de casos como este, pues nadie puede ayudarla salvo ella misma. En el chaleco lleva un pequeño cuchillo, un silbato, dos bolsas estancas del tamaño de un sobre (y en ellas un pequeño botiquín), el móvil ahogado y una batería extra, un mechero, un lanza bengalas de tamaño bolígrafo y tres bengalas. Fuera de las bolsas lleva un par de mosquetones y algún otro material para rescatar su kayak. lamenta no tener un localizador vía satélite.

En su cinturón, junto con una bolsa con 20 metros de cuerda de rescate, hay un pequeño contenedor con una manta aluminizada, una sierra de cable, dos geles energéticos, un sobre de café con leche, dos sobres de azúcar, unos metros de cuerda de bramante de 1 mm, un espejo de señales, una caja de cerillas en un bote estanco, dos bolsas de plástico, 6 pastillas de potabilizar agua, un tetrabrik pequeño doblado y dos pastillas de encender fuego.

Aunque su neopreno está húmedo no puede quitárselo por culpa de las lesiones, pero estar horas con el traje puesto no es algo nuevo para cualquier kayaquista. Con el chaleco y el neopreno, de momento, no tiene frío.

A continuación, estudia cómo construir un refugio para pasar la noche y decide no utilizar un árbol caído, ramas, hojas, etc., para no moverse mucho, y dormir cubierta solo con la manta de aluminio.

Coge agua en dos bolsas de plástico, pues su cantimplora está en el kayak. Sabe que el río sin civilización aguas arriba es potable, ha bebido muchas veces de él, como los equipos de rescate no llegarán como pronto hasta mañana, decide reservar la comida por lo que pueda pasar, hasta que cae la noche. Entonces es el momento de tomar algo caliente y comer antes de dormir.

Al no tener muchos recursos decide utilizar moras de una zarza y una menta silvestre, plantas que están lo suficientemente cerca, pues no puede moverse para buscar, estas son las que conoce perfectamente y no duda en absoluto de que son comestibles.  Podrá hacer una infusión que contribuya a retrasar la hipotermia y beber algo dulce usando uno de los sobres de azúcar de su equipo y comerse las moras, decide guardar sus otros recursos por si la cosa se alarga más de un día.  Para calentar la bebida hace un fuego que le dará calor y luz por la noche, además servirá probablemente para que la localicen, pues dada la prohibición en esta zona y época el fuego se investiga siempre.

Sobre las 11 de la mañana siguiente llegan dos rescatistas, alguien ha visto el humo desde una carretera cercana y ha avisado. Esto le libra de pasar dos días o más esperando, pues su amigo no llamaría hasta la noche del domingo, cuando debía recibir noticias de ella. Pronto está en una ambulancia.

Jaime Barrallo. Director de ESDM, escuela de supervivencia deportiva de Madrid, delegacion oficial IASA en España. Coordinador de zonas extremas y coordinador de formacion de IASA. Instructor Clase A, IASA y ESDM.

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